EL VERDADERO ASESINO DEL MATRIMONIO: LA PERDIDA DEL AMOR Y LA INTIMIDAD...
Tomemos un momento para repasar lo que has aprendido en la lección anterior. En la primera parte, hablamos de cómo los factores fuera de tu control pueden afectar la probabilidad de que estés al borde del divorcio, incluyendo si vienes o no de una familia rota, tu edad al contraer matrimonio, y si vivieron o no juntos antes del matrimonio. Si bien estos factores pueden hacer que tengas más o menos probabilidades de divorciarte, no son factores determinantes.
Tú tienes un enorme poder para influir y controlar el curso de tu matrimonio. Al actuar de la manera en que tú deseas sentirte en vez de reaccionar ante una situación, puede frenar el deterioro de tu matrimonio en su camino y establecerlo nuevamente en el camino hacia la salvación y la recuperación.
Suena imposible? No lo es, pero es extremadamente difícil. La mayoría de las personas son muy resistentes al cambio. A estas alturas, tú has creado patrones de comportamiento negativos en tu matrimonio (incluso si pensabas que no estabas haciendo nada malo), y esto tomará esfuerzo, determinación y compromiso absoluto para cambiarte a ti mismo. Cambiarte es la única manera de salvar tu matrimonio. No voy a decirte cómo manipular o cambiar a tu pareja. No voy a validar tu necesidad de culpar a tu pareja. Eso es porque el papel de víctima no va a recuperar tu matrimonio.
No puedes resignar la responsabilidad de los conflictos conyugales, incluso si no piensas que eres el que "tiene el problema". Eso es porque cada conflicto conyugal tiene dos componentes: el comportamiento y la respuesta. Para que algo cause problemas en el matrimonio, la respuesta a un comportamiento es más importante que el comportamiento.
En otras palabras, aun si consideras que las acciones de tu pareja están causando problemas en el matrimonio, tus respuestas a esas acciones son en realidad más importantes para tu matrimonio que las propias acciones.
Esto puede ser difícil de entender plenamente, así que vamos a ver un ejemplo. El esposo de María siempre promete traer a casa los comestibles que ella necesita, pero siempre se olvida de hacerlo. Para María, esto es imperdonable. Sus promesas rotas erosionan la confianza en su matrimonio. Ella se siente muy tentada a reaccionar emocionalmente ante la situación y atacar a su marido cada vez que llega a casa con las manos vacías. Pero ella sabe que esta respuesta empujará a su marido lejos.
En su lugar, ella decide responder de forma proactiva y desarrolla un plan de acción. La próxima vez que su marido se olvide de traer a casa los comestibles que ella necesita para la cena, ella no lo va a culpar o criticar. En su lugar, la joven pide a su marido que vea a los niños, se mete en el coche, y conduce a la tienda a comprar los comestibles que necesita.
A ella le gusta esa pequeña excursión sin tener la sensación amarga. Aunque ellos tienen su cena más tarde esa noche, su marido ve que ella no está enojada con él.
Después de un par de veces más así, María se da cuenta de que el objetivo más importante de la situación es tener lo que ella necesita para hacer la cena de la familia, no importa quién va al supermercado. Su marido se da cuenta de que no tener los comestibles en su momento, en efecto, crea un inconveniente para María. Como resultado, su marido finalmente le pregunta lo que podrían hacer para que uno de ellos no tenga por qué interferir e ir a la tienda de comestibles durante la semana. Él confiesa que no va a la tienda de comestibles, porque está cansado después del trabajo y odia tener que dar un rodeo por la tienda. Como resultado, María y su esposo deciden planificar mejor y pasar un poco más de tiempo en su viaje de compras de fin de semana para que no se queden sin alimento a mediados de semana.
La respuesta de María transformó una situación de alta tensión en una manejable, a pesar de que el comportamiento de su marido no ha cambiado. ¿Fue la respuesta de María un trabajo fácil de hacer? No. Ella quiso reaccionar emocionalmente, y tomó una enorme cantidad de fuerza interior para no caer en la tentación de echarle la culpa o de sentirse resentida. Tomó mucho tiempo y creatividad decidir el mejor plan de acción ante la situación. María sabía que habría sido mucho más fácil tan sólo ceder ante su ira y así esperar que su esposo cambie, pero ella hizo el esfuerzo porque valora su matrimonio.
Como he dicho antes y diré muchas veces más, recuperar tu matrimonio requiere esfuerzo, dedicación y absoluto compromiso. No es fácil, pero una solución fácil es como un apósito. Se ocultan las heridas, pero no evitará que tu matrimonio sufra lesiones una y otra vez.
Para medir tu compromiso para salvar tu matrimonio, ten en cuenta esta historia. A menudo, le pregunto a la gente cuánto esfuerzo ponen en perder peso. Una mujer me contó que ella había comprado decenas de libros, intentó una y cien dietas, e incluso derramó dinero en un programa profesional para bajar de peso. Sin embargo, esta misma mujer tenía un matrimonio insatisfactorio con un marido que no podía hacer nada bien. "Si pones esa cantidad de dinero en la pérdida de peso", le dije, "¿Por qué pones menos esfuerzo en salvar tu matrimonio?" Ella se quedó atónita. Esperaba que su marido cambiara para recuperar su matrimonio, ella no pensó que tenía que hacer nada.